El uso de Google books se torna más fácil con Google Books Downloader
Google Books se está convirtiendo en un servicio que Google oferta a los internautas
y que es muy utilizado por los mismos para poder acceder a obras que de otra manera
sería imposible leer.
Algunas veces porque esos libros se encuentran descatalogados y es imposible obtener
ninguna edición impresa de los mismos bien porque el internauta está en una
localización geográfica que le hace imposible poder adquirir el mismo.
Hasta ahora Google Books solo se podía consultar on line. La lectura del libro había
que realizarla al albur de la congestión de red que existiese en esos momentos.
Sobre todo con conexiones de red lentas se tornaba imposible poder realizar una lectura
medianamente de calidad de los textos que tiene indexados Google.
Con Google Books Downloader, una herramienta que tenemos disponible desde el 2009,
se acaba eso de tener que estar pendientes de nuestra conexión de red para poder
tener una agradable lectura.
Google Books Dowloader solo es posible encontrarla actualmente para la plataforma
Windows y nos permitirá la descarga de cualquier libro de Google Books.
Además la descarga se hará en formato PDF, lo que nos permite manejar un formato
que se ha convertido prácticamente en un estándar.
El ID del libro lo tendremos que sacar de la dirección URL en la cual se encuentra
alojado el mismo. El ID es la cadena alfanumérica que se encuentra contenida entre
los dos signos de =. Una vez que hemos introducido en el Google Books Dowloader
dicha cadena pulsaremos en botón check y el programa buscará todas las páginas del
libro. Una vez que haya finalizado la búsqueda tendremos la opción de descargar el
libro completo.
Fuente: Genbeta
Posted: 11 May 2010 03:56 PM PDT
domingo, 30 de mayo de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
El lado oscuro de los libros electrónicos
Una industria con miedo
En el mundo digital no hay diferencia entre original y copia. Tampoco copiar es algo excepcional, cada operación que procesa una computadora no es otra cosa que una copia de bits de un lugar a otro de la memoria o el disco. Por esto “copiar” se vuelve una tarea trivial, y sin costo. Acostumbradas a un negocio donde la venta de copias es la principal fuente de ingresos, es lógico que este nuevo escenario descoloque a la industria editorial. El problema es que cuando se piensa en quiénes deberían ser los encargados de decidir sobre cómo articular “el libro” con la nueva plataforma, a todo el mundo le parece lo más natural, que la industria editorial sea quien decida: cuando se diseñan los dispositivos, se toman en cuenta las necesidades de la industria, cuando se decide el marco legal, se consulta a los abogados especialistas de la industria, cuando se desarrolla el software, es a la medida de los requerimientos de la industria. Pero la industria editorial, asustada, es posible que no sea la mejor candidata para tomar todas las decisiones…
Que sea la escasez
¿Cómo volver valiosa la copia, cuando la copia es lo único que no vale nada?, esa es la clase de preguntas que se formulan quiénes no hicieron otra cosa ¡que vender copias toda su vida!¿Y en que pensaron? no mucho ingenio, disponer de medidas que impidan y dificulten la copia… de esta forma la copia se vuelve nuevamente escasa y recupera su valor. Y la industria editorial satisfecha: se libran del problema de pensar en un nuevo modelo comercial y pueden seguir en lo suyo: vendiendo copias…
Para materializar nuevamente la escasez hay dos estrategias a aplicar: las medidas técnicas y las legales. Entre las técnicas, los sistemas de restricciones digitales especialmente implementados que impiden que el usuario haga más copias de sus archivos que las que haya decidido la editorial por él (generalmente ninguna), sumado a un modelo muy controlado de distribución, que hace posible que cada dispositivo de lectura (de los libros electrónicos) sea monitoreado desde un sistema
central. Y entre las medidas legales, avanzar con modificaciones en las leyes que eliminen cualquier ambigüedad y dejen expuestos a los copiadores desobedientes a demandas legales, volviendo acciones aparentemente inofensivas, en delitos graves.
Prohibido prestar
Impedir a los lectores copiar sus archivos tiene consecuencias profundas. La primera es bastante evidente, los libros ya no se podrán prestar. No se le podrá pasar a un amigo un ejemplar de un libro electrónico que hayamos comprado, porque habría que copiarlo de un dispositivo a otro, y los responsables del hardware y del software, por lo explicado en el párrafo anterior, se han esforzado para que esto sea completamente imposible. El préstamo de libros no es una práctica intrascendente: es la forma más sencilla de permitir el acceso a libros, de hacer de la lectura una
actividad compartida, además de una muy efectiva forma de promoción boca a
boca. (...)
sigue en:
http://rebelion. org/noticia. php?id=105883
En el mundo digital no hay diferencia entre original y copia. Tampoco copiar es algo excepcional, cada operación que procesa una computadora no es otra cosa que una copia de bits de un lugar a otro de la memoria o el disco. Por esto “copiar” se vuelve una tarea trivial, y sin costo. Acostumbradas a un negocio donde la venta de copias es la principal fuente de ingresos, es lógico que este nuevo escenario descoloque a la industria editorial. El problema es que cuando se piensa en quiénes deberían ser los encargados de decidir sobre cómo articular “el libro” con la nueva plataforma, a todo el mundo le parece lo más natural, que la industria editorial sea quien decida: cuando se diseñan los dispositivos, se toman en cuenta las necesidades de la industria, cuando se decide el marco legal, se consulta a los abogados especialistas de la industria, cuando se desarrolla el software, es a la medida de los requerimientos de la industria. Pero la industria editorial, asustada, es posible que no sea la mejor candidata para tomar todas las decisiones…
Que sea la escasez
¿Cómo volver valiosa la copia, cuando la copia es lo único que no vale nada?, esa es la clase de preguntas que se formulan quiénes no hicieron otra cosa ¡que vender copias toda su vida!¿Y en que pensaron? no mucho ingenio, disponer de medidas que impidan y dificulten la copia… de esta forma la copia se vuelve nuevamente escasa y recupera su valor. Y la industria editorial satisfecha: se libran del problema de pensar en un nuevo modelo comercial y pueden seguir en lo suyo: vendiendo copias…
Para materializar nuevamente la escasez hay dos estrategias a aplicar: las medidas técnicas y las legales. Entre las técnicas, los sistemas de restricciones digitales especialmente implementados que impiden que el usuario haga más copias de sus archivos que las que haya decidido la editorial por él (generalmente ninguna), sumado a un modelo muy controlado de distribución, que hace posible que cada dispositivo de lectura (de los libros electrónicos) sea monitoreado desde un sistema
central. Y entre las medidas legales, avanzar con modificaciones en las leyes que eliminen cualquier ambigüedad y dejen expuestos a los copiadores desobedientes a demandas legales, volviendo acciones aparentemente inofensivas, en delitos graves.
Prohibido prestar
Impedir a los lectores copiar sus archivos tiene consecuencias profundas. La primera es bastante evidente, los libros ya no se podrán prestar. No se le podrá pasar a un amigo un ejemplar de un libro electrónico que hayamos comprado, porque habría que copiarlo de un dispositivo a otro, y los responsables del hardware y del software, por lo explicado en el párrafo anterior, se han esforzado para que esto sea completamente imposible. El préstamo de libros no es una práctica intrascendente: es la forma más sencilla de permitir el acceso a libros, de hacer de la lectura una
actividad compartida, además de una muy efectiva forma de promoción boca a
boca. (...)
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