Ya hay siete impresoras 3D en todo el mundo que logran construirse a sí mismas
lunes 21 de abril, 12:30 PM
Y no sólo se trata de computadoras que se autoreparan, ni de softwares que aprenden por sí mismos... ahora también se trata de una impresora en 3D que ha sido capaz de autoreplicar parte de sus componentes. Como corresponde, sus creadores la bautizaron con el nombre de Darwin.
Darwin no nació de la nada, sino dentro del seno de la familia de proyectos denominado RepRap (Replicating Rapid-prototyper), y tiene como característica básica el haber sido desarrollada con código abierto, lo que permitirá que otros expertos puedan mejorarla día a día, en forma constante.
Una impresora en 3D funciona construyendo o imprimiendo componentes sobre capas de plástico, principalmente poliácido láctico, que es un polímero biodegradable hecho a partir de ácido láctico. La tecnología ya existe, pero los modelos comerciales actuales son muy caros.
El equipo del proyecto RepRap, formado por informáticos de Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, tomó como punto de partida la tecnología ya existente, pero le hizo cambios importantes.
Y es que la meta es que el equipo sea capaz de autoreplicarse: de imprimirse a ella misma al igual que hace con cualquier otro objeto. De esta manera, su costo de producción se reduce mucho y se convierte en una tecnología totalmente accesible.
Los prototipos actuales de impresoras 3D rondan los 30.000 dólares (como el de Z Corporation) y cada centímetro cúbico impreso por uno de ellos cuesta alrededor de 2 dólares. La intención del proyecto RepRap es producir la máquina gratuitamente. De esta manera, el costo de fabricación de un centímetro cúbico sería casi testimonial: 0,02 dólares.
El objetivo es lograr que la impresora sea accesible para cualquiera, inclusive para las pequeñas comunidades del mundo en vías de desarrollo y también del mundo desarrollado, le comentó a la rvista Computer World el desarrollador de software Vik Olliver.
Ha habido ya dos grandes hitos en la vida de RepRap. El primero fue en septiembre de 2006, cuando el prototipo 0.2 fue capaz de imprimir por primera vez una parte de ella misma. El segundo momento importante fue hace muy poco, en febrero de este mismo año, cuando el prototipo RepRap 1.0 "Darwin" pudo hacer, por lo menos, un ejemplo de la mitad de todas sus partes.
Este es sólo el punto de partida, ya que sus creadores creen que dispondrán de un modelo capaz de replicarse a si mismo por completo en el transcurso de este mismo año.
Por el momento, Darwin está compuesto por un marco hecho de barras y piezas de plástico. Una plataforma plana se mueve verticalmente por el interior de ese marco. En la parte superior de ese bastidor se encuentran los dos cabezales de impresión, que pueden moverse de forma horizontal sobre la plataforma móvil.
Estos cabezales son los encargados de manipular un flujo de plástico derretido para construir, capa por capa, la pieza deseada.
Todo el conjunto es controlado por una computadora personal con un hardware común y corriente y un software que se puede descargar gratuitamente desde la página web de RepRap.
A esto se suman las mejoras constantes. Las más nuevas incluyen, por ejemplo, cabezales que pueden cambiarse en función del tipo de plástico con el que se esté imprimiendo. O un nuevo cabezal que deposita metales con un bajo punto de fundición.
Los metales se funden a una temperatura más baja que los plásticos, lo que quiere decir que el metal se puede depositar dentro del plástico.
Hasta ahora hay siete copias de la máquina RepRap en el mundo y, por el momento, sólo usa dos tipos de plástico, el poliácido láctico (relativamente rígido) y otro más flexible para hacer, por ejemplo, la funda de un iPod.
lunes 21 de abril, 12:30 PM
Y no sólo se trata de computadoras que se autoreparan, ni de softwares que aprenden por sí mismos... ahora también se trata de una impresora en 3D que ha sido capaz de autoreplicar parte de sus componentes. Como corresponde, sus creadores la bautizaron con el nombre de Darwin.
Darwin no nació de la nada, sino dentro del seno de la familia de proyectos denominado RepRap (Replicating Rapid-prototyper), y tiene como característica básica el haber sido desarrollada con código abierto, lo que permitirá que otros expertos puedan mejorarla día a día, en forma constante.
Una impresora en 3D funciona construyendo o imprimiendo componentes sobre capas de plástico, principalmente poliácido láctico, que es un polímero biodegradable hecho a partir de ácido láctico. La tecnología ya existe, pero los modelos comerciales actuales son muy caros.
El equipo del proyecto RepRap, formado por informáticos de Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos, tomó como punto de partida la tecnología ya existente, pero le hizo cambios importantes.
Y es que la meta es que el equipo sea capaz de autoreplicarse: de imprimirse a ella misma al igual que hace con cualquier otro objeto. De esta manera, su costo de producción se reduce mucho y se convierte en una tecnología totalmente accesible.
Los prototipos actuales de impresoras 3D rondan los 30.000 dólares (como el de Z Corporation) y cada centímetro cúbico impreso por uno de ellos cuesta alrededor de 2 dólares. La intención del proyecto RepRap es producir la máquina gratuitamente. De esta manera, el costo de fabricación de un centímetro cúbico sería casi testimonial: 0,02 dólares.
El objetivo es lograr que la impresora sea accesible para cualquiera, inclusive para las pequeñas comunidades del mundo en vías de desarrollo y también del mundo desarrollado, le comentó a la rvista Computer World el desarrollador de software Vik Olliver.
Ha habido ya dos grandes hitos en la vida de RepRap. El primero fue en septiembre de 2006, cuando el prototipo 0.2 fue capaz de imprimir por primera vez una parte de ella misma. El segundo momento importante fue hace muy poco, en febrero de este mismo año, cuando el prototipo RepRap 1.0 "Darwin" pudo hacer, por lo menos, un ejemplo de la mitad de todas sus partes.
Este es sólo el punto de partida, ya que sus creadores creen que dispondrán de un modelo capaz de replicarse a si mismo por completo en el transcurso de este mismo año.
Por el momento, Darwin está compuesto por un marco hecho de barras y piezas de plástico. Una plataforma plana se mueve verticalmente por el interior de ese marco. En la parte superior de ese bastidor se encuentran los dos cabezales de impresión, que pueden moverse de forma horizontal sobre la plataforma móvil.
Estos cabezales son los encargados de manipular un flujo de plástico derretido para construir, capa por capa, la pieza deseada.
Todo el conjunto es controlado por una computadora personal con un hardware común y corriente y un software que se puede descargar gratuitamente desde la página web de RepRap.
A esto se suman las mejoras constantes. Las más nuevas incluyen, por ejemplo, cabezales que pueden cambiarse en función del tipo de plástico con el que se esté imprimiendo. O un nuevo cabezal que deposita metales con un bajo punto de fundición.
Los metales se funden a una temperatura más baja que los plásticos, lo que quiere decir que el metal se puede depositar dentro del plástico.
Hasta ahora hay siete copias de la máquina RepRap en el mundo y, por el momento, sólo usa dos tipos de plástico, el poliácido láctico (relativamente rígido) y otro más flexible para hacer, por ejemplo, la funda de un iPod.
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